La empresa que lleva al mundo los valores de México envueltos en una tortilla

por | Sep 16, 2025 | Noticias | 0 Comentarios

En cualquier rincón del planeta, cuando una tortilla llega a la mesa, llega también un pedazo de México. Es más que un alimento, es un símbolo que evoca comunidad, familia, solidaridad y orgullo cultural. Esa capacidad de trascender fronteras y convertirse en un vehículo de identidad es lo que ha hecho de Grupo Maseca (Gruma) una empresa única en el mundo.

En un modelo económico global marcado por la incertidumbre y las tensiones comerciales, pocas compañías logran que sus productos dejen de ser simples mercancías para transformarse en portadores de valores nacionales. Gruma lo ha conseguido al llevar la tortilla a más de 110 países, demostrando que detrás de cada bocado hay historia, cultura y pertenencia.

De acuerdo con el estudio Identidad de Marca y Mercadeo Étnico, escrito por Madeline Melchor Cardona, Javier Andrés Mayorga Gordillo y Erika Milena Mezu Carabalí, la cultura está directamente asociada al simbolismo que el consumidor atribuye a una marca. Los autores señalan que comprender cómo se vinculan las costumbres, historia y tradiciones con los productos es clave para generar una conexión auténtica con los mercados internacionales.

Para Héctor Magaña, académico del Tecnológico de Monterrey, la internacionalización de la tortilla es un ejemplo de cómo México puede proyectar sus valores culturales y económicos. “Lo que Gruma ha hecho no es solo exportar un producto, sino también la forma de vida que lo rodea: la mesa compartida, el trabajo colectivo, el sentido de pertenencia y de apoyo mutuo que están en el corazón de la cultura mexicana”, explica.

El analista económico Kristobal Meléndez coincide en que este componente intangible explica por qué la tortilla está siendo cada vez más demandada en el mundo. “Se vende como un alimento sano, accesible y cultural, pero también transmite cercanía y pertenencia; eso conecta con los consumidores”, asegura.

La tortilla, además, forma parte de la cocina tradicional mexicana reconocida por la UNESCO como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, lo que le otorga un relato de origen, técnica (nixtamalización) y comunidad difícil de replicar. “Ese sello cultural convierte a la tortilla en portadora de identidad allí donde se produce o se vende, y refuerza la percepción de México como un país con una gastronomía de alto valor simbólico”, añade Magaña.

En el plano competitivo, Gruma ha logrado expandirse sin perder ese anclaje cultural. Su estrategia combina cercanía con los consumidores y respeto por la receta tradicional. “Es, en la práctica, tariff-jumping con identidad mexicana: producir cerca del consumidor, mantener la esencia de la tortilla y escalar distribución”, detalla Magaña.

Ese modelo se ha replicado en Centroamérica, Asia y Oceanía. Hoy Gruma opera alrededor de 75 plantas con más de 25,000 empleados, y según datos de la compañía, en 2024 el 73% de sus ventas provinieron de mercados internacionales. Un dato que confirma que un producto profundamente arraigado en la cultura mexicana puede convertirse en plataforma global de negocio.

Al final, la compañía no solo distribuye tortillas, sino que lleva consigo los valores de México envueltos en ellas. Y si en septiembre las fiestas patrias nos recuerdan la importancia de celebrar nuestra identidad, cada día que un consumidor en cualquier parte del mundo prepara un taco, un burrito o una quesadilla, revive ese mismo orgullo. Esa es la verdadera fuerza de una empresa que ha hecho de la tortilla no solo un alimento, sino un símbolo global.

Para el novelista y dramaturgo, Jorge Ibargüengoitia, «La tortilla es plato, cuchara y mantel”.